Con la delicadeza y
contundencia, al mismo tiempo, que caracteriza las obras de Siza, la
Universidad de Lleida se nos presenta como un cuerpo compacto, ese "cubo
que funcione" del que hablaba Le Corbusier y al que toda arquitectura
debía aspirar.
El edificio se recorta en un potente voladizo
que provee de sombra al patio, la lama
ancha de Llambí es fundamental para entender la fachada casi como un trozo de
pared móvil.
El material elegido en este caso por el estudio de arquitectura fue la celosía BS-1000.